jueves, 17 de mayo de 2012

Relatos


El camino adecuado.

Por aquellos entonces no sabía bien que camino escoger. Si coger a la chica y marcharme de este sitio para siempre o hacer caso al Charly y al Palos y formar parte de su plan. La chica se llama Antonia, el nombre engaña, ella siempre engaña. A pesar del nombre, era una chica preciosa, inteligente y con esa actitud de misterio con la que yo siempre había soñado. Me sentía a gusto con ella y me gustaba pasar el tiempo a su lado. También tengo que decir que el plan del Charly  estaba bien, dentro de lo mamarracho que era formar un equipo con esos dos. Estaba todo premeditado y se habían estudiado ya los posibles pros y contras del plan. Al medio día  pasaría como siempre el furgón blindado que había pasado ya por los dos centros comerciales cargaditos de dinero, como siempre, ese furgón hacia el mismo recorrido y entraba en el barrio de Gracia para hacer la  última recogida en la administración de loterías. Y era ahí donde nosotros daríamos el golpe de gracia, nunca mejor dicho. Los dos maderos que van detrás se bajan a la administración a por la bolsa y suelen tardar entre 5 y 10 minutos. Es entonces como suele pasar que el conductor del vehículo baja la ventanilla y se fuma un pitillo. Por ahí entraríamos nosotros armados hasta los dientas para arrebatarle el vehículo y salir picando ruedas con el furgón cargadito de billetes. Sería nuestras salvación, dinero para hacer lo que queramos. El plan no estaba mal, pero en caso de que salga mal perdería a Antonia para siempre y… en caso de que salga bien y Antonia se enterase también acabaría todo, porque no creo que me perdonase y que quisiese estar con un tipo que hace esas cosas. Así que ahí estaba mi duda, elegir entre la bolsa o la vida. En condiciones normales fuese elegido indudablemente la bolsa, ya sabes, esas ansias innatas por lo material. Coger el dinerito, solucionar algunos problemillas  y empezar una nueva vida. Pero estas no eran unas circunstancias  normales y de pronto lo vi todo claro. Vaya par de sinvergüenzas, mira que querer atracar un furgón blindado. Cómo iba yo a enrolarme con esos dos mentecatos con esos nombres. Y además para que quiero yo papeles, así que por una vez hice caso a mi corazón y no a mi avaricia. Cogí a la chica, le conté todo y nos largamos lejos de esa ciudad.



Relato incompleto.

Esta mañana se ha llegado a mi casa Juan. Me ha propuestoir con el coche a la feria de Écija.  Primero compraremos unas botellas para hacer botellón en el recinto ferial y después saldremos dirección Écija. Además Juan tiene casa allí por lo que después de la noche nos quedaríamos allí y a la mañana siguiente volveríamos. El plan era perfecto porque a mí no me gusta coger el coche bebido, no porque haya demasiados controles en fechas de feria, sino porque no me siento cómodo conduciendo habiendo bebido. A eso de las  8 Juan, como habíamos quedado, se pasó por mi casa para ir a comprar las botellas. Compramos las botellas y nos encontramos con Marta e Isa que nos propusieron ir a casa de julia que está sola en casa a beber. Juan está enamorado de Julia por lo que no fue difícil convencerlo. Yo no quería ir allí, yo quería ir a Écija que ya había quedado con un medio ligue que tengo por allí. Después de discutir, acordamos que estaríamos allí 2 horas de las cuales yo estaría sin beber para después coger el coche e ir a la feria. Pero los planes a nosotros nunca nos salen como los planeamos. Después de dos horas, Juan no se quería ir, pero poco después las chicas se animaron por mi insistencia y decidimos irnos los cinco a la feria, no sin antes hacer un brindis por la amistad. Yo acepté, lo que sea por irnos de ahí. Cogí la cerveza y me la bebí de un trago, salimos a la calle y nos montamos en el coche. Pero había algo que no me cuadraba, no paraban de reírse y las chicas tenían la mirada perdida. De repente me empezó a dar unos escalofríos por la espalda y me empecé a encontrar mal, era como si estuviese borracho y con una gran ansiedad en el pecho. No me sentía cómodo conduciendo y de repente hice la pregunta: ¿no me habréis echado algo en la cerveza? Y de pronto se hizo el silencio en el coche…



Descripción y diálogo.

Así pues, salí y me puse a mirar con aire taciturno por la ventana del pasillo mientras las máquinas excavadoras, a modo de pájaros gigantescos, picoteaban la tierra sin parar de hacer la excavación de la nueva circunvalación de Granada, tratando de quitar de mi mente la pesadilla que había tenido esa noche. De pronto se acercó Ana por detrás y me dijo: -me gustaría ir a un restaurante -y añadió- que esté en la Alpujarra. -Vale, pues vamos -le respondí-Y los dos entramos en el coche, rumbo al restaurante. -¿Qué te parece? Está bien ¿no? Es lo básico. – Bueno yo preferiría ir por el centro, tomar unas cañas y cenar con las tapas, pero bueno tampoco me parece mala la idea. – Eres más cutre, siempre te gustan los bares, o  las tascas mejor dicho, antes que los restaurantes. – ya sabes, yo soy así, disfruto más en una tasca que un restaurante que me ponen los tenedores según el protocolo. Yo soy zurdo y el protocolo no está hecho para mí, me ponen los tenedores al revés. De repente se abrió ante nuestros ojos la majestuosa sierra granadina.  Estaba toda nevada  y se mezclaba en perfecto equilibrio el verde con el blanco, se apreciaba animales salvajes creca de cima, pero estaban tan lejos que no apreciábamos a distinguir. Eso hizo que estuviésemos varios minutos sin hablar impresionados con el paisaje. – Ha sido buena idea venir hasta aquí, -le dije- a lo  que ella me respondió: - lo ves, siempre tengo razón.

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