martes, 29 de mayo de 2012

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El momento de la reinvención

Empieza a imponerse un cambio de modelo de la feria, hasta ahora básicamente comercial, por otro que prime las actividades culturales de calidad

 
Aspecto, ayer al mediodía, de las casetas de la Feria del Libro de Madrid. Cuando poder pasear por la feria del libro no es una buena noticia. Así podría ser el titular de esta información debido a dos hechos coincidentes y que, aunque uno no es consecuencia del otro, están más relacionados de lo que parece y guardarían parte del futuro de la cita madrileña: su reinvención.
Primer capítulo. En el primer fin de semana de la 71ª Feria del Libro de Madrid se ha podido caminar, lo cual no es muy buena señal ya que otros años la afluencia de público hace intransitable el Paseo de Coches del Parque del Retiro, donde se celebra el evento.
Algunos expositores no ponen muy buena cara ante la pregunta de cómo han empezado las ventas: “Muy despacio”, “¿...?”, “Poco a poco”, “Ummm”, “Hay que esperar” son algunas de las expresiones escuchadas. El año pasado las ventas bajaron un 10% con respecto a 2010 y este año se habla de lo mimos frente a 2011.
Segundo capítulo. Después de 71 ediciones, la feria buscaría un cambio de modelo. Uno que fuera más allá del meramente comercial y de las firmas de los escritores. Uno que aportara y contribuyera al diálogo, a la divulgación y al debate cultural y literario con actividades cuya calidad media fuera mucho más alta de la que ofrece. Sobre todo, cuando cada día se habla más de la ausencia de ideas y debates, de la falta de compromiso de los intelectuales y de los creadores y la industria cultural. Este año, la cita literaria ha quedado en evidencia ante una muy irregular programación de eventos. Una queja en aumento en los últimos años por parte de libreros, editores, distribuidores, escritores y visitantes.
Dos episodios que recuerdan la crisis en diferentes ámbitos y la necesidad de convivencia de los mundos analógico y digital que obliga a replantear eventos como el madrileño. Mientras el primer capítulo obedece a circunstancias ajenas a la organización, el segundo depende de ella. “La Feria programa lo que los expositores ofrecen. Dejamos en sus manos las actividades y quizás sea bueno plantear un modelo mixto en el que esté más involucrado el Comité organizador de la Feria para dar más calidad a los contenidos”, afirma el director del evento, Teodoro Sacristán. Una idea que comparte Fernando Valverde, director de CEGAL (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros): “Tal vez hay que replantear el actualmodelo y estudiar uno que tenga un contenido de más calidad. Vamos a llevar esta reflexión para que la Feria se implique más”.
Una situación que podría empezar a cambiar una vez acabe esta edición el 10 de junio. ¿La razón? Todo indica que antes del verano la Feria pasaría a ser una fundación lo que conlleva un cambio de reglamento y coordenadas. Se reforzarán y añadirán intereses más allá de la prioridad comercial, asegura Ramón Alba Sanz, editor de Polifemo y uno de los nueve miembros del Comité Organizador. Para el editor, “sería clave que la feria modernizara su ambiente” y estuviera más acorde a los tiempos y a la propia naturaleza del libro a la que se le presupone un plus de aportaciones.
Ante la pregunta: ¿Qué aporta la Feria de Madrid a la reflexión, el diálogo y el debate de la cultura y la literatura?, Sacristán y Valverde responden que es el encuentro entre el autor y el lector. La fiesta de los lectores que van a comprar. Centenares de autores en 17 días, millares de lectores haciendo colas para que les firmen un libro. Y, al fondo, actividades como mesas redondas, diálogos, conferencias, coloquios o entrevistas a las que asiste poquísima gente. En el imaginario colectivo, esta feria es firma de libros y más firma de libros, lo cual ha derivado en una especie de competición de quién tiene más gente en la fila. “Muy pocas personas asisten a las actividades culturales. Puede haber grandes nombres y temas interesantes, pero el público no suele asistir, salvo excepciones, ni los medios de comunicación los registran”, se lamentan Sacristán y Valverde.

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