Día 20
Último día de clase,
empiezan mis vacaciones.
Me he despertado casi a las 6 y me he quedado ahí más de
tres cuartos de hora, y ha merecido la pena. Me he dado una ducha rápida, me he
vestido y he bajado al bar a desayunar donde me he encontrado con Pablo, al que
hace tiempo que no veía. Hemos estado hablando de lo rápido que pasa el tiempo
y de cómo cambian las cosas, que razón tiene ese señor. Y con lo mayor que está
y sigue con la cabeza en su sitio, es un portento ese hombre.
Después me he ido a clase, que ya iba tarde, todo el camino
corriendo y he conseguido llegar a mi hora. Dos horitas de clase que se me han
pasado bien y despedida de los compañeros en el bar que está cerca del metro.
Muchas risas, los mejores deseos, y sin darse cuenta eran las 2. Otra vez tenía
que irme a la carrera porque a las 5 tenía el bus para volver a casa. Llegué
a mi piso, comí la comida que tenía
preparada de la noche anterior, cogí la maleta y nuevamente a correr a la
estación de bus, vaya día. Llegué al bus con el tiempo justo de coger un
periódico en el estanco y montarme corriendo sin que el conductor me llamara la
atención. Cinco horitas ahí sentado me he pasado. Atravesando las nevadas
llanuras de Castilla, las heladas tierras de Vitoria, hasta llegar a Bilbao. El
autobús hizo una parada en Burgos y hacía un frío glaciar, del suelo salía como
humo, era como estar en un congelador. Una sensación muy desagradable pasar de
estar con la calefacción en el autobús a salir ahí, nuestro cuerpo no está
preparado para esos cambios de temperatura.
En Bilbo he cogido un
cercanías que me ha llevado a Zierbena, mi hogar. He llegado a casa como si
hubiese estado todo el día trabajando en la construcción, subiendo y bajando
escaleras, agotadísimo. Me he dado una ducha y me he quedado sentado en el sofá
hablando con mis padres hasta más de las doce. Después se ha llegado Juan, nos
hemos ido a casa de Joseba y nos hemos quedado ahí hasta las 6 hablando sobre
la crisis, el mundo, la sociedad… y sobre todo sobre nuestro ayer en común y
sobre nuestro mañana. Joseba ha dicho unas cosas muy interesantes sobre
economía. Después me he ido de camino a casa hablando con Juan. He llegado a
casa, me he tomado un vaso de leche con galletas y me he metido a la cama, me
he quedado dormido sin darme cuenta.
Día 22
Me despierto con un ruido, son los perros que corren con mi
hermano. Diego tiene el pienso de los
perros en su bolsillo y corre, los
perros le siguen con su griterío. Siempre es lo mismo, quiere que me despierte.
Pretende que le lleve en mi coche de shopping, como dice él, o de chófer, como
digo yo. De comercio en comercio, deteniendo el vehículo, poniéndolo en
movimiento y pretendiendo conseguir el obsequio de Roxy, el de tío Teodoro, los
botines del tío Emilio, los pendientes del
nuevo idilio… en fin, que quiere que le lleve y pronto.
No es que yo no quisiese ir de buen gusto con él, pero yo tengo otro proyecto mejor. Pero
Diego no lo entiende muy bien. Bueno, entiende lo que quiere entender. Que no
tengo interés o tiempo de convivir con él,
que si mis socios de siempre, que los estudios, que… pero con él, no.
Como siempre cederé y tendré que ejercer de conductor, con
el único estipendio que ver con él, el paso del tiempo.
Después de comer nos iremos con los perros por el monte.
Iremos por el sendero que sube por el centro, después del letrero de Firestone.
Los perros en ese recorrido es donde se meten por el río y terminan muy sucios,
tendremos que prevenir que entren en el río. Ese sendero tiene como mínimo
siete kilómetros, eso quiere decir que volveremos después de que termine la
película de Disney, yo lo fiero porque los dibujos de Disney me duermen seguro.
Eso es como si ingiriese un somnífero, en cuestión de segundos me quedo frito.
Yo soy un cinéfilo empedernido, pero ese tipo de film no los puedo digerir.
Después me iré con Diego de pubs, nos iremos por el río, que
es donde nos solemos ir. Ese es mi distrito preferido de Getxo, es un sitio por
donde puedes ir sin ningún temor, sin disturbios y sin robos, porque existen
otros sitios en los que tienes que ir con mucho ojo.
Espero ver como
después del tiempo que llevo sin ir por esos sitios, todo este como el invierno
de 2008, todo lleno de gente divirtiéndose. Diego prefiere ir de zuritos por
Hortaleza, pero yo le he dicho que si no es en Getxo, yo no voy, es decir, que
tiene que ceder él.
Día 23
Esta mañana ha salido un sol increíble y nos hemos ido toda
la familia a dar una vuelta por el parque María Luisa. Hacía tiempo ya que no
salíamos todos juntos a dar un paseo y a tomar el aire, pero con la cosa de que
he venido yo y que llevaban tiempo sin verme, mi madre quería aprovechar ahora
que estábamos todos y no dejó pasar la posibilidad. ¡Qué bonito estaba!, todo
muy colorido y la hierba radiante. Ese parque a mí siempre me ha parecido
impresionante, y de todos los parques que he visto en mi vida, ese para mí es
el más bonito, aunque también debo decir que hoy estaba más bonito de lo
normal.
Mi madre, como en los
viejos tiempos, nos ha comprado una tarrina de helado, no lo recordaba tan
dulce ni tan suave, también hacía siglos que no comía uno de esos y a la
primera cucharada no lo he notado tan bueno, después sí.
Hemos entrado en la jaula de los pájaros y se han vuelto
locos, han comenzado a piar muy fuerte, había un ruido ensordecedor, un sonido
muy agudo y desagradable. Y es que ellos no están acostumbrados a que entre
gente dentro, nosotros hemos podido entrar porque tío Teodoro trabaja en ese
parque y cuida de esos pájaros. No todos hacían ese ruido tan desagradable,
había un canario que cantaba un sonido muy dulce, era Julio, el pájaro
preferido de tío Teodoro.
Llegando a la altura de la estatua del caballo, nos ha
llegado el olor a pollo asado del asador de Juan, un olor que se mete por la
nariz y te dan unas ganas irresistibles de comer pollo. No he llegado a
probarlo, pero el olor en sí, era intenso y atrayente, tanto como si lo
estuviese masticando. Se me ha quedado pegado al paladar y ha tardado bastante
en desaparecer de mi boca, yo creo que me ha alimentado como si me lo hubiese
comido.
Después nos hemos tendido en la hierba que estaba suave y
húmeda, nos hemos quedado tendidos hablando sobre la nada más de una hora, al
final nos hemos ido para casa porque hacía rato ya que papa se quería ir. No
sabe disfrutar del momento y además es ansioso, siempre se quiere ir.
Después hemos llegado a casa, he comido y me he acostado una
siesta como hace tiempo que no hacía, cuatro horas de siesta. Luego he estado
con Juan hasta las 10, he cenado y me he ido a dormir pronto.
Día 25
Me he despertado a las 5 de la mañana y me he ido a trabajar
como siempre. Comiendo la tostada a la carrera e hiendo al campo a coger aceitunas.
Vaya manera de empezar el día. Hace un frío que corta la piel y tengo muchísimo
sueño, pero lo mejor está por llegar. Cuando empiece a moverse los olivos por
efecto de las máquinas, empezará a caer la escarcha sobre mí y cuando mis manos
toquen las aceitunas mojadas, el frío se multiplicará por diez. Si ahora tengo
frío luego tendré más. Son estos momentos en los que me acuerdo de la vieja
maldición: la de ganarse el pan con el sudor.
Todo por culpa de Adán, anda que si ahora lo tuviese cerca, con esta
vara que tengo en la mano pagaría el daño que ha hecho a la humanidad. Pero
bueno esto sólo es un tiempo, necesito sacar dinero hasta acabar mis estudios,
espero que esto acabe rápido y poder estar
pronto sentado en el sofá. Y como a todo cerdo le llega su San Martín,
yo no iba a ser diferente y también me llegó la hora de salir del trabajo.
Llego a mi casa y mi madre me dice que
he recibido una carta, espero que traiga buenas noticias, pero nada más lejos
de la realidad. Me han denegado la beca, lo que quiere decir que voy a tener
que trabajar el triple hasta terminar este 2º curso. Si ya estaba cansado, esto
era como al boxeador que le dan un golpe directo que lo deja K.O. Pero a
diferencia de éste, yo no podía caer a la lona. Bueno ya vendrán tiempos
mejores, me dije. Ahora no es momento de pensar en eso, ya se encontrará una
solución. Pero no me lo podía quitar de la cabeza, intentaba pensar en otra
cosa pero era imposible, mi cabeza
volvía de manera inevitable al mismo sitio. Así una y otra vez. En lugar de
descansar en el sofá como llevaba anhelando toda la mañana, me fui a la calle a
dar una vuelta y quedé con ella, para que no fuese todo malo en el día. Yo la
verdad he llegado un poco irascible y posiblemente tenga mucha culpa. Nos hemos
puesto a hablar, la conversación se ha empezado a calentar y sin darme cuenta
nos hemos puesto a discutir. Cuando pensaba que la cosa no se podía poner peor,
me equivoqué. Hemos terminado dejándolo y cogiendo cada uno caminos diferentes.
Yo al coger mi camino he mirado varias veces antes de cruzar la calle, lo único
que me faltaba hoy es que me pille un coche. Vaya día el de hoy, fuese sido
mejor no haberme levantado, haberme quedado en la cama mirando la pared hasta
que llegara la noche y volver a dormir.
Día 28
Sale el sol por Antequera, aunque yo no lo vea sale a la misma hora. A mí me da
igual si no quiere salir hoy, ayer estuve de jarana y hoy no me levanta de la
cama nadie, hoy hasta las 3 por lo menos no me levanto de aquí. Fue ayer un
buen día, veremos a ver qué me depara el día de hoy.
He salido a la calle a las 5 de la tarde, con la única
intención de dar un paseo y que el aire fresco me despejara de los excesos de
la noche anterior. Al poco de salir, me he encontrado con Ricardo al que hace
tiempo que no veía. Hemos estado hablando y recordando tiempos pasados. Como si hubiese sido premeditado, nos hemos
encontrado con Antonio y Juan José, poco después con Moisés y Carlos, y sin
darnos cuenta nos hemos juntado toda mi cuadrilla de la adolescencia, más de
quince personas. Hemos estado en casa de Ricardo y nos hemos quedado ahí todos
juntos hablando, comiendo, bebiendo… a la luz de la chimenea. En el momento
álgido de la noche, Juan comentó algo así como que deberíamos hacer un viaje
todos juntos. La idea, en el momento de euforia, pareció ser la mejor idea del
mundo, y todos nos pusimos a buscar destino a nuestra fantasía. Al poco
acabamos cerrando el trato y uno detrás de otro pasamos por el ordenador comprando los billetes para ese viaje. Espero
no arrepentirme mañana de esto, me dije, me senté e hice lo que tenía que
hacer. Después se desató la euforia, todos saltando y abrazándonos. Un momento
inolvidable, todos juntos como verdaderos amigos en el mismo barco. Algunos ya
lo eran, pero en ese momento sentí como si estuviera con 15 hermanos.
Al poco me tuve que ir, me dio pena irme pero había quedado
con mi hermana para cenar en su casa. Llegué un poco tarde para no variar y
además llegué cenado. Al verla me salió una sonrisa y descubrí que aunque a los
otros quince hermanos los quería, a ésta la quería mucho más. Mientras Saúl, su
marido, preparaba la cena, ella y yo nos tomábamos una cervecita y nos poníamos
al día de la actualidad. Saúl llegó con la cena preparada y casi sin beberlo ni
comerlo llegó la buena nueva: voy a ser tío, mi hermana esperaba un hijo. El
susodicho se llamará Iker, bonito nombre para ser uno de los nuestros. Me costó
asimilar la noticia, lo entendí en el camino de vuelta a casa cavilando yo
solo. Me puse más contento que cuando me lo contaron, hay que ver lo tonto que
soy.
Al llegar a casa me dio por mirar el buzón, cosa rara ya que
no suelo mirar el buzón, este día traía una nueva sorpresa para mí. Una carta
de ella para mí, que emoción, hablaba de amor y de pasar más tiempo juntos. La he leído más de trescientas veces y luego
me he ido a la cama. Ya no he podido dormir, como siempre me pasa.
Día 5
Me despertado sin que suene el despertador, son las diez de la
mañana y en casa huele a café, lo que
quiere decir que el desayuno está preparado. Salgo de la cama y voy directo
al baño, me doy una ducha y bajo a desayunar. Está mi familia al completo y
están charlando todos alrededor de la chimenea. Mi hermana nos ha estado contando como lleva lo de su embarazo y mi madre se ha puesto a hablar de los embarazos que tuvo ella. El más problemático el de Diego, así salió la criatura. Nos hemos quedado ahí hasta las
doce, que mi hermana se tenía que ir y con su marcha empezó la dispersión. Mi
padre tenía que ir al trabajo, mi madre a comprar unos regalos y mi hermano a
buscar a su novia. Me he quedado solo en casa y después de un rato pensando me
he ido a la calle. Primero me he ido a comprar los regalos de reyes, y todo ha
sido muy rápido. En dos tiendas he visto los regalos adecuados para cada una de
las personas que quería comprar. Después me he comprado el periódico y me he
sentado en un banco al sol y he estado ahí más de una hora, me ha dado tiempo a
leer más de medio periódico. He vuelto a casa a comer y ya había vuelto mi
madre y mi hermano, hemos comido los tres juntos. Después me he acabado de leer
el periódico y me he ido con mi cuadrilla a jugar al futbol. Estábamos todos al
completo. Hemos estado jugando más de dos horas, como hace tiempo que no hacíamos,
yo he marcado tres goles y nuestro equipo a ganado.
Después a las ocho, me he ido a casa de Moisés a jugar al
parchís, han ido Ricardo y Rocío. Hemos estado los cuatro hasta las 11 de la
noche.
Me he ido a casa y he estado hablando con Diego hasta las 3
de la mañana, me ha estado explicando sus problemas existenciales y sus dudas
sobre el mañana, nos hemos abrazado y le he dicho lo mucho que le echo de
menos.
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